Todos
hemos pensando en algún momento de nuestras vidas acerca de la inmortalidad. Si
bien esta es una condición antinatural en los seres vivos, el ser humano ha
perseguido esa idea y reflexionado sobre ella desde la Antigüedad. Esta
cualidad, achacada a divinidades y otras criaturas legendarias en la
Literatura, vertebra Siega.
El
libro del señor Shusterman nos presenta una realidad futurista en la que el ser
humano ha logrado dominar hasta tal punto la vida que la muerte (natural) ha
sido relegada de la mente de toda persona a una dimensión fútil. El
planteamiento de una sociedad en la que la mortalidad es nula gracias a una
inmejorable medicina capaz de revivir a los accidentados me obliga a pensar dos
cosas: la primera, «menuda pasada»; la segunda, «qué horror».
Ante
la peliaguda coyuntura de un mundo que arrastra una exagerada sobrepoblación,
el mundo de Siega posee un personal
de élite, denominados «segadores», encargados de cribar de manera aleatoria a
una determinada cifra de personas al año para compensar las muertes que, en
otro tiempo, deberÃan haber sucedido. AsÃ, los protagonistas de la historia,
Citra y Rowan, son dos jóvenes reclutados como aprendices de segador con los
que aprenderemos los entresijos de este grupo, aceptado por la mayorÃa de
ciudadanos y temido por los mismos, al mismo tiempo que presenciamos distintos
tipos de morales personales que nos harán reflexionar más de una vez respecto a
lo que es correcto y lo que es ético.
Y
es que, si algo vas a hacer mientras lees —además de disfrutar de la narración—,
es preguntarte cosas. Plantearte cómo actuarÃas tú en caso de ser un segador.
Se nos dan algunos modelos distintos, cada cual con sus pros y sus contras, y
sinceramente terminé el libro más que satisfecho por haber conocido a
personajes muy personales y sus distintas perspectivas de cómo hacer su
trabajo. El señor Shusterman ha construido notablemente el futuro con el que
algunos contemporáneos ya están fantaseando. Tener en cuenta los porcentajes de
mortalidad de nuestra (en accidentes automovilÃsticos, sobredosis, enfermedades
incurables…) para que los segadores busquen igualarlos en la medida de lo
posible me pareció un detalle más que acertado que reforzó mi convicción de que
estaba leyendo un buen libro.
En
la actualidad, existen experimentos que buscan revertir el envejecimiento,
entendido como una enfermedad más de los seres vivos, para mantenernos
eternamente jóvenes y sanos. Sin embargo, de conseguirlo, ¿sucederÃa lo mismo?
¿AceptarÃa la gente la presencia de otras personas con el poder de matarlas en
cualquier momento? Para responder a esto habrÃa que recurrir a la filosofÃa y
la supuesta bondad o maldad natural del hombre y de la mujer, aunque apreciando
las reticencias generalizadas respecto a la eutanasia uno puede advertir que la
respuesta serÃa un no.
Respecto
a mi valoración personal del libro, pienso que leerlo puede proporcionarte una
oportunidad ideal para pensar —que nunca viene mal—. Los muchos giros de
argumento que aparecen repentinamente y dejan boquiabierto al lector te
amenizarán sin duda la lectura. La narración es más bien estándar, no he
percibido un estilo lo suficientemente personal como para ser importante, asÃ
que tampoco tendrás problemas a la hora de interpretar el texto. Y, como en
otras muchas novelas juveniles, no dudes en que encontrarás aventura, acción,
intriga y amor —en su justa medida, lo cual agradezco enormemente— dentro de
una realidad ahora imposible pero potencialmente plausible en los siglos
venidero.
Espero
que disfrutes de verdad.
4/5