«Bajo un cielo escarlata», de Mark T. Sullivan


Como resulta lógico, las novelas que toman la Segunda Guerra Mundial como marco histórico en el que desarrollar la trama suelen, por lo general, mantener el foco en Alemania o en los diversos campos de concentración que proliferaron en Europa. Por este motivo, Bajo un cielo escarlata, de Mark T. Sullivan, resulta llamativa, en primer lugar, por detener la mirada en la ciudad de Milán, asediada por las tropas alemanas y bombardeada por los Aliados.
En segundo lugar ―el que más valor aporta a la novela―, llama la atención que lo relatado, tal y como no explica el propio autor en el prefacio, esté basado en hechos reales. Hechos documentados que el propio Sullivan recogió directamente de quien protagoniza este libro, Giuseppe (Pino) Lella.

La trama gira, pues, alrededor de los hechos que Pino tuvo que vivir en su juventud. Encontramos muerte, destrucción y una infinitud de horrores perpetrados por uno y otro bando. Pero también nos muestra la bondad y valentía que en tiempos tan oscuros y violentos sale a relucir. Somos conscientes de la ardua (pero necesaria) misión que los cristianos milaneses tomaron escoltando a los judíos rumbo a Suiza atravesando los peligrosos Alpes. Nos transmite el miedo y la tensión a ser fusilados por cobijarlos y esconderlos de quienes buscaban enviarlos a los campos «de trabajo forzado», así como el amor de los milaneses por su ciudad y la gente que la habita, sin reparar en las religiones que pudieran diferenciarlos.
Los personajes no podrían ser más humanos. En ocasiones, por desgracia, se muestran tan realistas que su humanidad queda retorcida por la vileza de la guerra y encontramos monstruos. Esto supone un testimonio escrito, extraído de los recuerdos del señor Lella, de la deshumanización que cualquier conflicto bélico acarrea y de los traumas que puede grabar en la memoria de quienes fueron testigos ―o incluso perpetradores― de actos inhumanos. Pareciera que el lector, a medida que va pasando las páginas, evoluciona con el propio Pino; el sobresalto al ver un cadáver al inicio, y la impasibilidad al final por ver cientos y cientos de cuerpos amontonados.
La lectura es rápida y absorbente. En apenas tres días, y pese a sus 570 páginas de historia, puede ser terminado sin problemas. Simplemente necesitas conocer más de la historia. Ningún momento parece propicio para colocar el marcapáginas porque el ritmo no se detiene ni en un párrafo. Sin olvidar que estás ante un testimonio real ―al que se le ha añadido cierta dosis de ficción, evidentemente, para construir una novela dialogada y no unas simples memorias―, llegas a sentir que no puedes hacer que la historia se detenga. Es como si el propio señor Lella te estuviera narrando su pasado.

Bajo un cielo escarlata es la mezcla ideal de lucha, aventura, responsabilidad, romance ―en su justa medida, lo cual se agradece―, tensión y, pese a todo y sobre todo, Humanidad. Es el sentimiento de justicia lo que vertebra la obra, lo que impulsa  a los personajes a actuar siguiendo su propia moral; a arriesgar sus vidas en cada capítulo por hacer lo correcto cuando podrían conformarse con elegir lo fácil. El sueño de la razón podrá producir cuantos monstruos quiera; es en los momentos más oscuros cuando la luz, por diminuta que sea, brilla con más intensidad.


5/5

«El club de los lectores criminales», de Carlos García Miranda


Tal y como sucede en las tragedias de Shakespeare, «El club de los lectores criminales» comienza planteando una situación estable y dichosa que deriva en un infortunio como consecuencia de un yerro de los protagonistas.

En esta obra literaria contamos con seis personajes principales entre los que destaca una sola protagonista: Ángela. La narración comienza ab ovo, es decir, en una localización temporal previa al giro argumental que desencadene la trama de misterio y suspense de la que se caracteriza este libro. Esta se ubica en Madrid, siendo recurrente y fundamental la intervención de la Universidad Complutense de Madrid, en la que Ángela y sus amigos estudian Filología.
En lo referido al argumento, este no dista demasiado de la estructura prototípica de las novelas de misterio: contamos con un asesino desconocido, víctimas y supervivientes que investigan cuanto pueden para desenmascarar al auténtico criminal. No obstante, elementos como el terror, la amistad y los debates ético-morales —reflejados en las distintas posturas de los personajes a la hora de tomar una decisión u otra— enriquecen la obra, contribuyendo a la inmersión en una lectura que ya de por sí es amena y fluida. Además, el miedo que aparece impreso en las páginas puede ser clasificado en dos tipologías: el primero, más evidente, es el miedo irracional, los temores instintivos como la coulrofobia, el rechazo extremo por los payasos, muy presente en este libro; el segundo sería el miedo inherentemente humano al fracaso que demuestran todos los personajes principales a la hora de ocultar el crimen que juntos han perpetrado para evitar las consecuencias que truncarían su futuro. Este es un ejemplo de las fatídicas consecuencias que nuestras elecciones, de no ser razonadas y meditadas, pueden acarrear. Platón atribuiría la tragedia que se nos presenta en la obra de Carlos García Miranda al triunfo del alma concupiscible; una simple broma juvenil estalla en una traumática vivencia que mantiene tanto a los personajes como a los lectores en vilo.
El único punto en contra que le encontré nada más terminar de leer fue la pirueta del desenlace, la motivación del personaje antagonista para cometer los crímenes que lleva acabo. Sin embargo, después de pensar en ello, supuse que algo así, a día de hoy, no sería nada fuera de lo normal.

El libro consta de 329 páginas y, creedme, se lee en un suspiro. Es ideal por si necesitáis una lectura ligera y absorbente.

Si tuviera que destacar un solo aspecto de «El club de los lectores criminales» sería, sin dudarlo, la capacidad del autor de insuflar la duda y la desconfianza por todos y cada uno de los integrantes de la novela, ya sean más relevantes o más anecdóticos. Todos pueden ser el PayasoUCM. Si quieres descubrir su identidad, comienza por leer el libro.


4/5

«Allí donde van las hormigas», de Plessix y Le Gall


En rara ocasión elijo un cómic como lectura; en rara ocasión consiguen cautivarme del mismo modo en que Allí donde van las hormigas ha conseguido.


Contando con tan solo setenta y dos páginas, esta novela gráfica francesa parece, a simple vista, una lectura fugaz de la que se espera una moraleja final. Por este motivo, temo que haya mucha gente que prefiera no acompañar a Said, el protagonista de esta historia, en su aventura siguiendo a las hormigas. Así que, como primera sugerencia, me gustaría que nadie ignorase esta historia por poder ser leída en una tarde. Y es que Allí donde van las hormigas cuenta con tantos tesoros como cabras hay en el rebaño de Hadj. Pero vayamos por partes.

En primer lugar, las ilustraciones. Viñeta a viñeta podemos disfrutar de esbozos muy mimados en los que me ha sorprendido los muchos detalles apreciables tan solo bajo si los observamos con atención e interés. Al fin y al cabo, estos libros se diferencian de las novelas, principalmente, por dibujar la narración y reducir lo escrito a los diálogos entre los personajes. Así, a la lectura se le suma el arte gráfico que ameniza y entretiene a partes iguales con un estilo entrañable y divertido. Y es que esta historia hace uso de un humor muy visual que casa en su justa medida con la trama desarrollada en las escenas y sus personajes.
Estos —los personajes más relevantes— son siete: seis humanos y una cabra maloliente. El protagonista, Said, comienza como un niño tan inocente que, por no saber, desconoce incluso qué le hace feliz, apresurándose a perseguir la felicidad a ciegas. Este hecho tan poco arbitrario ayuda al desarrollo casi filosófico del personaje al final de la obra, impulsado por las enseñanzas de dos sabios. Pero este tema lo tocaré unas líneas después; Zakia, la cabra, también merece ser mencionada. Aparentemente es una más del rebaño de Hadj, pero posee una peculiaridad que la hace una sola de entre todas las cabras: Zakia habla. Y hablando convence a Said para marchar juntos hacia allí adonde las hormigas van.
Los dos sabios, a quienes yo preferiría considerar filósofos a juzgar por sus cosmovisiones, introducen en el libro la reflexión más popular entre los pensadores del pasado y a partir de la cual voy a comenzar un pequeño análisis: ¿qué es la felicidad? ¿Cómo podemos alcanzarla? Valiéndose de una metáfora muy peculiar, los autores marcan el camino a la eudaimonía —término griego muy discutido entre los intelectuales clásicos que vendría a recoger la felicidad, la imperturbabilidad del alma—. Me ha resultado fascinante cómo el joven Said comienza errando en su búsqueda, marcando antes el camino que el objetivo a alcanzar. Y es que el niño, pese a su juventud, demuestra al principio un deseo casi avaricioso por ser feliz que le lleva al rechazo del saber, imprescindible para averiguar dónde encontramos nuestro bienestar personal. «Lo que ignoro no me hace daño», llega a reconocer.
Todos somos Said, en un principio. Todos creemos ser felices sin nunca habernos preocupado por preguntarnos qué es lo que verdaderamente nos conduce a la felicidad. ¿El amor? ¿La salud? ¿O tal vez el dinero? Sin embargo, la cabra, Zakia, muy ingeniosa, opina que, como ya muchos antes habían dilucidado, «las personas felices no tienen sueños que cumplir». Esta misma idea se ha visto en otras historias tan diferentes como Harry Potter. Ya en 1997, Joanne Rowling —la autora de Harry Potter y la Piedra Filosofal— escribió que «el hombre más feliz de la Tierra puede utilizar el espejo de Oesed —un espejo mágico que muestra a quien se mira en él sus más anhelados deseos— como un espejo normal, es decir, se vería exactamente como es». Esta es la misma idea que tratan de transmitir Plessix y Le Gall a sus lectores.
Por ello, «antes de ir a buscar la felicidad tenemos que aprender cual es para nosotros». Pues la felicidad no es objetiva, como Said comprobará y, del mismo modo, espero que vosotros seas conscientes de a qué me refiero cuando leáis el cómic.

Podréis pensar que no merece la pena, que tenéis centenares de libros esperando a ser comprado como para dar preferencia un cómic de apenas setenta páginas. Sin embargo, la magia que estas historias guardan es que el libro no termina en la última página. Allí dónde van las hormigas termina en tu cabeza, una vez hayas descubierto qué es la felicidad para ti. Una vez seas consciente de qué hormigas tienes que seguir.

Dadle una oportunidad y disfrutaréis.


P.D: Me gustaría agradecer a Babelio (https://es.babelio.com/) por haberme facilitado este magnífico libro en su última edición de Masa Crítica España. Sin ellos, quizá no hubiera tenido la oportunidad de leerlo. Si os gusta leer os recomiendo MUCHÍSIMO esta página, de corazón <3


5/5

«El nombre del viento», de Patrick Rothfuss.


Estoy convencido de que, si eres fan de la literatura fantástica, el título o autor de este libro te sonará.


El nombre del viento es la primera entrega de la trilogía “Crónica del asesino de reyes” que, a día de hoy, está incompleta a falta de que el señor Rothfuss publique el último libro. Cuanta con 872 páginas en edición de bolsillo y, he de reconocer, que cada una de ellas está repleta de imaginación.
La desbordante creatividad del escritor le ha llevado a contar una historia dentro de otra historia. Y es que, por medio del personaje de Cronista, Kvothe, el protagonista, nos cuenta la historia de una leyenda: la suya propia. En ella aprenderemos la dura vida que el joven vivió en la orfandad esforzándose en asistir a la Universidad para incrementar sus notables habilidades en diferentes disciplinas.

Para mí, la trama es entretenida de seguir e incita a pasar página; sin embargo, este libro alberga un “punto débil”. Al girar única y exclusivamente alrededor del protagonista, el lector corre el riesgo de no llegar a concectar del todo con el protagonista. Esto demuestra dos cosas: la primera es que el señor Rothfuss esbozó lo suficientemente bien al personaje de Kvothe que su complejidad se hace realista; la segunda es que, como en la vida real, hay personas con las que uno no puede estar. En mi caso, acabar el libro resultó tedioso. No por el mundo, no por la narración, sino porque, simplemente, no me gustó el protagonista. Prefería ahondar más en otros individuos o conocer mejor las características e historia del mundo en el que se localiza la aventura. Por desgracia, las referencias a todo eso más allá del protagonista fueron paupérrimas. Es cierto que es lógico si consideramos que el propio protagonista narra su historia, pero ello no es excusa para pasar de puntillas sobre ciertos temas que habrían ayudado a dar más vitalidad al libro.

Pese a que llegó a atragantárseme, he de ser franco: este libro merece mucho la pena. Allí donde he preguntado tan solo me he topado con buenas impresiones; algunas incluso posicionaban a El nombre del viento en el puesto del libro favorito. Potencial no le falta, y los pequeños detalles que uno puede desenterrar a medida que lee —como el trato de las diferentes lenguas y razas— me resultaron excepcionalmente bien cuidados.

Si decidís aventuraros a través de sus páginas os advierto de antemano que es una lectura extensa para disfrutar con sosiego; las prisas serán vuestras peores enemigas con este libro y, como en la mayoría de libros, no os recomiendo hacer pausas muy extensas (como de una semana), pues corréis el riesgo de perder el hilo y desengancharos.
También sé que muchos y muchas ya lo habréis leído, así que, por favor, decidme en comentarios vuestra impresión al respecto, estaré más que encantado de leeros y responderos. Muchas gracias.



4/5







«La expedición», de Stephen King.


No he podido evitarlo.

Mi intención era no reseñar ningún libro de King hasta dentro de un tiempo para dejar hueco a otros autores y libros de menor renombre que necesiten más publicidad. No obstante, La expedición no podía esperar.

En sus 215 páginas (en edición de bolsillo), Stephen King encasilla cuatro historias breves completamente independientes entre sí, sin ningún hilo aparente que pudiera unirlas, que abordan temas tan sencillos como la soledad de un náufrago o la más que imprudente curiosidad infantil. Como no tengo intención de explicar en profundidad las tramas de cada uno de los cuatro relatos que componen la obra —ahora explicaré el porqué— me voy a limitar a enumerarlos por si los títulos logran despertar en vosotros el interés que me empujó a mí a comprarlo: “La expedición”, “Superviviente”, “Abuela” y “La balada del proyectil flexible”.
El motivo por el que prefiero no desvelar demasiado se debe a lo muchísimo que disfruté empezando un nuevo capítulo desconociendo por completo la historia con la que el maestro King iba a sorprenderme. Lo que sí diré, y esto lo tengo que escribir bien grande, es que los finales son ALUCINANTES.
Creedme.
Supongo que podrían considerarse “plot twist”, pues los giros de los acontecimientos son tan repentinos que me fue imposible mantener cerrada la boca mientras terminaba cada relato. Hasta la fecha, no recuerdo haber leído ningún final en ningún libro que me haya causado tantísima impresión como los que King ha pensado en este libro.
Este Best-Seller forma parte de la colección Skeleton Crew, donde King recogió otras muchas historias de terror. Sin embargo, no parece estar a la venta entero, sino fragmentado en varios libros como es el caso de este.

Entiendo que, existiendo una producción literaria constante, los lectores podamos sentirnos más predispuestos a leer las últimas novedades; el propio King sigue escribiendo y publicando libros. Los relatos de Skeleton Crew fueron publicados en 1985, hace más de treinta años, y son un ejemplo perfecto para dar a entender que la escritura es, y seguirá siendo, imperecedera. Os animo de verdad a darle una oportunidad, recomendándoos hincarle el diente, sobretodo, entendiéndolo como una lectura liviana que pueda servir para superar un bloqueo lector o para refrescar la mente después de una lectura densa.

Si decides leerlo o apuntarlo en tu lista interminable de libros pendientes, por favor, dímelo. ¡Y no te olvides de comentarme cuantísimo te ha gustado después de leerlo!

Fornit some Fornus.

5/5


«ILLUMINAE. Expediente_01», de Amie Kaufman y Jay Kristoff.


Hasta la fecha, nunca había tenido la oportunidad de leer un libro tan original y creativo como Illuminae.
No sé por dónde comenzar a elogiarlo. Y es que, a diferencia de la gran mayoría de libros que leo —con los que siempre me gusta ser un poco crítico—, no he podido encontrar ningún fallo ni en la estructura, ni en el argumento, ni en la narración de la historia. Teniendo en cuenta esto, veo conveniente que, en esta ocasión, reseñe el libro de lo más general a lo más particular.

En primer lugar, quiero advertirte de que este no es un libro convencional. Y es que el formato y la edición juegan en este caso un papel fundamental a la hora de entender y disfrutar todavía más de la experiencia de leer esta historia. A diferencia de otros, en Illuminae no vemos una secuencia narrativa organizada en capítulos, sino páginas ilustradas que emulan diferentes formatos —cartas, informes informáticos, grabaciones de seguridad, perfiles de reconocimiento, chats…— gracias a los cuales podemos conocer qué sucedió en todo momento en las naves Alexander, Hypatia y Copernicus. En un principio puede llegar a resultar extraño, pero no tardas nada en acostumbrarte a esta curiosa manera de contar una historia y disfrutar del absorbente argumento y de la amenidad a la hora de leer que te brinda.

En segundo lugar, la trama. Si bien es cierto que las historias espaciales en las que hay naves y conflictos planetarios no suelen llamar excesivamente mi atención por la sobreexplotación del género, Illuminae me ha gustado mucho que se ubicase ahí. No hay marcianos ni sables láser; tan solo muestra la realidad de un posible futuro en el que la especie humana haya realizado finalmente el salto a otras galaxias y, en consecuencia, hayan proliferado las colonias en los planetas con fines tan cercanos a nuestra propia historia como lo son las explotaciones de la naturaleza para obtener determinados recursos. No traza un argumento disparatado sino que, dentro de la ficción, resulta bastante plausible —lo cual se agradece muchísimo—.
Pese a que el libro presenta oficialmente a dos protagonistas, yo diría que son más bien tres entorno a quienes gira la acción. Los dos primeros son Kady y Ezra, una joven pareja de ex novios —no os asustéis, no es una pastelada juvenil infumable e inundada por amor y cursiladas, los dos autores saben tratar muy bien el romance para mantenerlo en su justa medida para justificar determinados giros— que han sido evacuados del planeta en el que residían por el ataque de la organización BeiTech. A lo largo de las páginas veremos cómo cada uno sobrevive a bordo de las dos naves (Kady en la Hypatia y Ezra en el Alexander) mientras la tripulación lidia con la presión de la nave Lincoln que les pisa los talones para aniquilarlos. El tercer protagonista sería AIDAN, un sistema informático súper avanzado de defensa. Pero ya conoceréis más sobre él si decidís embarcaros en esta trepidante aventura.

Por último, si todavía no he logrado convencerte, me gustaría darte mi opinión más personal respecto a algunas preguntas que los lectores solemos hacernos a la hora de elegir un nuevo libro: ¿Engancha la historia? Muchísimo, desde la primera página. Los personajes principales también se hacen querer muy rápido. ¿Se lee rápido? Y tanto. Siendo una carrera contrarreloj, al leerlo sientes la celeridad general que impregna la historia y, gracias a la edición, tienes la sensación de que las páginas se pasan solas. En este caso, la velocidad no hace disfrutar menos del libro; al contrario. ¿Dificulta la edición la lectura? No. De hecho, me ha resultado mucho más fácil seguir el hilo argumental de esta historia que el de otros libros narrados en el formato convencional. Es, simplemente, brillante.

Illuminae, primera entrega de una trilogía (de la que, en este momento, solo la primera parte ha sido traducida al español por la editorial Alfaguara), contiene tantos hechos sobre los que reflexionar, tantos finales con los que apostar y tantos giros argumentales que tu mente no dejará de funcionar mientras lo lees, queriendo saber qué va a pasar en la siguiente página que, ya te advierto, te dejará, como las otras 584, boquiabierto/a.

Espero que disfrutes de este gran libro.


5/5

«Siega», de Neal Shusterman.


Todos hemos pensando en algún momento de nuestras vidas acerca de la inmortalidad. Si bien esta es una condición antinatural en los seres vivos, el ser humano ha perseguido esa idea y reflexionado sobre ella desde la Antigüedad. Esta cualidad, achacada a divinidades y otras criaturas legendarias en la Literatura, vertebra Siega.

El libro del señor Shusterman nos presenta una realidad futurista en la que el ser humano ha logrado dominar hasta tal punto la vida que la muerte (natural) ha sido relegada de la mente de toda persona a una dimensión fútil. El planteamiento de una sociedad en la que la mortalidad es nula gracias a una inmejorable medicina capaz de revivir a los accidentados me obliga a pensar dos cosas: la primera, «menuda pasada»; la segunda, «qué horror».
Ante la peliaguda coyuntura de un mundo que arrastra una exagerada sobrepoblación, el mundo de Siega posee un personal de élite, denominados «segadores», encargados de cribar de manera aleatoria a una determinada cifra de personas al año para compensar las muertes que, en otro tiempo, deberían haber sucedido. Así, los protagonistas de la historia, Citra y Rowan, son dos jóvenes reclutados como aprendices de segador con los que aprenderemos los entresijos de este grupo, aceptado por la mayoría de ciudadanos y temido por los mismos, al mismo tiempo que presenciamos distintos tipos de morales personales que nos harán reflexionar más de una vez respecto a lo que es correcto y lo que es ético.
Y es que, si algo vas a hacer mientras lees —además de disfrutar de la narración—, es preguntarte cosas. Plantearte cómo actuarías tú en caso de ser un segador. Se nos dan algunos modelos distintos, cada cual con sus pros y sus contras, y sinceramente terminé el libro más que satisfecho por haber conocido a personajes muy personales y sus distintas perspectivas de cómo hacer su trabajo. El señor Shusterman ha construido notablemente el futuro con el que algunos contemporáneos ya están fantaseando. Tener en cuenta los porcentajes de mortalidad de nuestra (en accidentes automovilísticos, sobredosis, enfermedades incurables…) para que los segadores busquen igualarlos en la medida de lo posible me pareció un detalle más que acertado que reforzó mi convicción de que estaba leyendo un buen libro.

En la actualidad, existen experimentos que buscan revertir el envejecimiento, entendido como una enfermedad más de los seres vivos, para mantenernos eternamente jóvenes y sanos. Sin embargo, de conseguirlo, ¿sucedería lo mismo? ¿Aceptaría la gente la presencia de otras personas con el poder de matarlas en cualquier momento? Para responder a esto habría que recurrir a la filosofía y la supuesta bondad o maldad natural del hombre y de la mujer, aunque apreciando las reticencias generalizadas respecto a la eutanasia uno puede advertir que la respuesta sería un no.

Respecto a mi valoración personal del libro, pienso que leerlo puede proporcionarte una oportunidad ideal para pensar —que nunca viene mal—. Los muchos giros de argumento que aparecen repentinamente y dejan boquiabierto al lector te amenizarán sin duda la lectura. La narración es más bien estándar, no he percibido un estilo lo suficientemente personal como para ser importante, así que tampoco tendrás problemas a la hora de interpretar el texto. Y, como en otras muchas novelas juveniles, no dudes en que encontrarás aventura, acción, intriga y amor —en su justa medida, lo cual agradezco enormemente— dentro de una realidad ahora imposible pero potencialmente plausible en los siglos venidero.

Espero que disfrutes de verdad.

4/5

«Cujo», de Stephen King.


Pese a contar con varios libro mucho más actuales y conocidos por vosotros pendientes de comentar, he optado por dedicar mi segunda reseña a una novela un tanto olvidada de Stephen King —incluso por él mismo, como llegó a reconocer. Y, adelanto, no es perfecta. No es la mejor novela que podáis leer este año. Sin embargo, he logrado discernir entre las páginas una habilidad tan insólita para mí que sentía la necesidad de compartirla.

Stephen King no necesita presentación. Quienes hayáis disfrutado de alguno de sus muchísimos libros sabréis que este escritor ama contar historias. Y no lo digo en plural por la cantidad de textos que ha publicado, sino porque, efectivamente, en una misma obra no es raro tropezarse con muchísimas subhistorias propias de cada personaje —seis principales en total, divididos en dos familias de dos padres y un hijo— que, actuando en un principio como núcleos independientes entre sí, terminan aglutinándose en una misma esfera que supone el desenlace. Cujo no es una excepción.
La sinopsis nos adelanta que un perro provocará muchos problemas tras contraer la rabia. Como espero que os hayáis dado cuenta, parece un argumento muy sencillo. Esto es, de hecho, lo que más me ha fascinado de «Cujo». King consigue esculpir todo un mundo en el que encajar esa historia, haciéndola relucir sin necesidad de seres fantásticos ni aventuras espaciales; todo gira alrededor de gente normal. Consigue trazar a cada personaje con una complejidad impresionante, pudiendo el lector llegar a conocerlos mucho más allá de la relación que puedan tener con el San Bernardo que da nombre al libro.
Estamos acostumbrados a leer historias quiméricas y excesivamente pomposas, repletas de retorcidos giros y datos a cada cual más extravagante. Esta obra es simple. Su sencillez y humildad es lo que, para mí, la hace brillar. La narración es realmente buena, alterando constantemente de puntos de vista de los diferentes personajes. Si bien es cierto que algunos fragmentos pueden pecar de pesados —pues no en cuanto la acción se desarrolla es difícil concentrarse en otra cosa y el ansia por seguir leyendo es irrefrenable— contribuyen a dotar a la obra de un realismo tan ordinario —en el buen sentido de la palabra— que se agradece.

Si lees Cujo, viajarás inmediatamente a una pequeña localidad rural estadounidense —perfectamente plasmada por el autor—. Estarás allí. Puedo asegurarte que así lo sentirás, del mismo modo que serás consciente de la angustia, tensión y frustración que King ha buscado transmitir en los momentos álgidos, caracterizados por un terror psicológico que no te dejará indiferente.
Así que, si estás buscando leer algo diferente o quieres disfrutar de un buen libro —que no siempre es fácil encontrarlo, aunque creamos toparnos con decenas—, yo te animo a darle una oportunidad a Cujo. Y si, nada más terminarlo, te asusta cada perro que veas por la calle, no te preocupes. ¡Se te pasará en dos días!

4/5


«Rebelión en la granja», de George Orwell.

Me arriesgo al decir que George Orwell es uno de los pocos autores que gozan del carisma suficiente para que los lectores se sientan atraídos por sus obras. Por supuesto, no es para menos: el señor Eric Arthur Blair —que así es como se llamó en realidad— se encumbró en una época convulsa con sus dos libros más conocidos: 1984 y el libro que hoy nos atañe: Rebelión en la granja.

Este libro, publicado en el año 1945 y con la friolera de setenta y tres años entre sus páginas, narra la breve historia —o fábula, más bien— de unos animales domésticos criados en una granja de Reino Unido. Este paisaje común —con sus partidarios y detractores— se retuerce brutalmente entre los dedos del maestro Orwell para reflejar otra perspectiva de esta realidad que, a priori, no nos extraña un ápice. El autor esboza una visión marxista bajo la que se nos presenta un grupo de seres oprimidos por el yugo del opresor: el ser humano. Un ser humano dueño del capital y fruto del trabajo de los animales, mantenidos en unas condiciones deplorables que invierten fuerza, esfuerzo y tiempo para presenciar cómo el granjero obtiene una plusvalía y les priva de aquellos que ellos mismos han cosechado.
A partir de aquí, dotando a los animales de un raciocinio equivalente al nuestro y cediéndoles la capacidad del habla, Orwell comenzará a no solo a traspasar la famosa lucha de clases que Marx y Engles enunciaban como motor de la Historia a un panorama animal sino que les empujará a la rebelión, considerada como única vía indiscutible de obtener la libertad y hacer de la utópica paz e igualdad una realidad.
No obstante, y sin dar más detalles sobre el libro, veo imprescindible conocer George Orwell para entender qué lo motivó a escribir esta retorcida crítica con un ingenio ácido y corrosivo que busca atentar contra el régimen comunista que Stalin mantuvo en la URSS el siglo pasado, tras suceder a Lenin.
Nacido en una colonia británica de la India y madurando en la humildad, Orwell se encasilló férreamente en un anti-totalitarsmos que marcaría sus decisiones e ideas. Tanto fue así que incluso se enroló en las milicias comunistas para luchar en la Guerra Civil Española contra el bando sublevado pues sentía la necesidad moral de eliminar fascistas. Aquí no solo fue testigo de los horrores del fascismo y el nazismo sino que, además, comprobó la corrupción del régimen estalinista a través del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).
Esto, y la figura autoritaria de Stalin durante la Segunda Guerra Mundial, le bastaron para realizar esta sátira enfundada en una fábula que resulta ser una analogía sencilla pero sorprendentemente aguda de los ideales imperantes en la URSS.

Es una novela breve, ideal para ser leída como desengrasante en caso de terminar un libro denso, que puedes terminar en dos días. ¿Merece la pena? Por supuesto. Independientemente de tu visión respecto al liderazgo de Stalin, Rebelión en la granja está escrito con una habilidad y un cuidado tan excepcional que te aseguro que no malgastarás tu tiempo hojeándolo.
Esperanza, ilusión, osadía, y decadencia, mucha decadencia, son las palabras que definen al libro, rematado con un final tan extremadamente esperpéntico que te dejará con la boca abierta.

5/5

Iniciativa "Seamos seguidores".

Nephelibato se suma a la original iniciativa Seamos seguidores, propuesta para fomentar los lazos entre los blogs literarios.

Esta cuenta seguirá a todos aquellos perfiles que guarden relación con la temática literaria y que previamente la hayan seguido, siempre y cuando el perfil se vea involucrado en esta idea.

Espero personalmente poder conocer (y seguir) a toda persona que esté leyendo este mensaje. ^-^
Cuantos más seamos, ¡mucho mejor! El abanico literario que cada uno de nosotr@s aporte resultará más variado y todos podremos disfrutar más de la esencia que nos une: la lectura.

¡Un placer! :D